En Fráncfort, Heidi conoce a Clara, una joven en silla de ruedas, a quien debe acompañar. En la casa de Clara todos tratan bien a Heidi, excepto el ama de llaves que no le perdona a la niña su falta de educación. Pero aunque Heidi es querida y amada, no puede olvidarse de la montaña ni de su abuelo, y empieza a sufrir de sonambulismo. Al descubrir esto, el doctor recomienda llevar a la niña de nuevo a la montaña, y así lo hacen. Heidi se encuentra con su abuelo y con Pedro, y todo mejora, aún más cuando Clara va a visitarla. Gracias a la magia de la montaña Clara vuelve a caminar. Así todos encuentran la felicidad y la tranquilidad.